Epistolario personal de Santa Ángela de la Cruz 02
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LA CARIDAD DE COMUNIDAD
1. Beneficios y méritos de vivir en comunidad.− 2. Qué es una comunidad perfecta que tiene vida.− 3. Responsabilidad de la que interrumpe la unión de la comunidad.− 4. En qué consiste la caridad de comunidad.− 5. Todas son miembros de un mismo cuerpo.− 6. «En la caridad está la felicidad».− 7. Todo lo que puede una comunidad unida.− 8. La caridad de unión con Dios.− 9. «Nada me separará del amor a mi Dios y al de mis Hermanas».
Alabado sea Nuestro Señor Jesucristo
1 febrero 1923
Mis muy queridas hijas en Dios nuestro Señor:
Como tengo este ratito desocupado quiero ponerle unas letritas a la comunidad, para que vean lo que me acuerdo de todas y cada una en particular.
1. Beneficios y méritos de vivir en comunidad
No pueden figurarse el deseo que siento, que todas nos aprovechemos de los beneficios que nos concede nuestro Señor a todas las almas que vivimos en comunidad, y las ganancias de los fondos que se reúnen de lo que cada una trabaja y después participan todas. Unas trabajan en los pobres, otras en las niñas, otras en la limosna, otras cocina, lavado; en fin, en los varios oficios que abarcan los Institutos. Y para desempeñarlos, en unos tienen que practicar la paciencia, en otros la humildad, la caridad en los más; resulta que entre todas no se pasa un día que no se practiquen todas las virtudes.
La religiosa tiene su mérito personal por lo que ha puesto de su parte y los esfuerzos que, ayudada de la gracia de Dios, se hayan realizado. Pero además, por ser religiosa, tiene el mérito de no ser una obra independiente, sino sobrenatural y hecha por obediencia. Y este doble mérito queda en fondo y es del que participan todos los miembros; porque cada una en su casa hubiera hecho una cosa sola como cristiana, pero no con el mérito por estar ligada y religada por la obediencia.
Ya ven las ventajas y ganancias espirituales de la vida religiosa, que en algunos días por pereza o porque estamos destempladas o disipadas no ganamos nada personalmente; si no fuéramos religiosas seria un día perdido. Pero nuestro Señor permite, que ese día la comunidad haya estado fervorosa y haya hecho cosas muy meritorias; y como todas participamos de estas ganancias, ese día también gana la que por ella todo lo había perdido.
Veo esta doctrina tan hermosa y consoladora que no me canso de alabarla, a fin de que todas nos penetremos de estos beneficios, le demos gracias a Dios que nos ha traído a la religión y la pongamos en práctica.
2. Qué es una comunidad perfecta que tiene vida
Pero para que podamos participar de estos bienes, es preciso haya verdadera comunidad. Que sea una comunidad perfecta, que tenga vida; quiere decir, que los miembros estén unidos entre si y después todos unidos a la cabeza, como pasa con el cuerpo humano. ¿Cuándo tiene vida? Cuando están los miembros buenos y sanos desempeñando su oficio y unidos a la cabeza.
Si los miembros se separan de la cabeza es un cuerpo muerto, no hay comunidad; y aunque estos miembros estén unidos entre si, si no lo están a la cabeza, no hay vida. Tampoco basta para que haya comunidad, que estén unidos a la cabeza, pero que ellos entre sí vaya cada uno por su lado y entre ellos no haya unión. Tampoco es perfecta esa comunidad.
Tienen los miembros que estar muy unidos y sostenidos por la cabeza. Éstas son las comunidades perfectas y las que Dios bendice porque le son muy agradables.
3. Responsabilidad de la que interrumpe la unión de la comunidad
Lo que perdemos muchas veces por tonterías, cosas que no tienen importancia que, con un poco de sufrimiento y disimulo, podían muy bien haber pasado; y por no querer hacernos una poquita de violencia, perdemos este bien y se lo hacemos perder a la comunidad, porque interrumpimos la unión que es la vida de la comunidad y con lo que se reúnen fondos.
Nos olvidamos del grande deber que tiene toda religiosa de practicar la caridad; y ésta es la que siempre se está aconsejando, ya facilitando su práctica de una manera ya de la otra.
4. En qué consiste la caridad de comunidad
En estos Ejercidos hemos visto con claridad lo que es la caridad de comunidad: la caridad de felicidad y de unión con Dios. A ver si Dios quiere que la amemos tanto, que la empecemos a practicar con la perfección que Dios nos pide.
Caridad de comunidad es estar todas muy unidas con los lazos del amor de Dios y fraternos, como hermanas y miembros de un mismo cuerpo: Haciéndose cargo del carácter, de la manera de ser de cada una, para llevarlas con dulzura y quitándole todas las ocasiones de faltar. Teniendo en cuenta que naturalmente unas son más activas y otras más pasivas; sin que se mire como virtud la actividad de unas, ni como defecto el que otras no puedan romper tanto trabajo. Con esta caridad se evitan apreciaciones que rebajan a unas y ensalzan a otras equivocadamente y faltando a la caridad, creyendo virtud lo que a cada una le gusta. También es caridad de comunidad enseñar unas a otras lo que saben, para que ninguna sea sola y no se queden escondidos los fondos de la comunidad.
También, que no se mire ningún oficio bajo ni alto, todos son necesarios para que funcione el cuerpo con regularidad; de lo contrario, no marcharía.
5. Todas son miembros de un mismo cuerpo
Es la principal caridad de comunidad (que] no quiera ninguna ser sola y observarlo todo; ésta, si hay alguna así, le corta la cabeza a la comunidad. Cada una debe conformarse con desempeñar bien su oficio y el prestigio que éste le dé, y no querer gozar del de todas las demás. Como en el cuerpo, porque el pie corra mucho y haga buenos servicios no se disgusta la mano, ni él se encuentra humillado; porque la mano escriba mucho, no se disgustan ni la cabeza ni los pies, ninguno de los miembros se encuentra humillado. Mucho menos la persona que dice: Gracias a Dios que tengo pies para correr; manos para trabajar en todo, en escribir, coser, lavar, planchar; y cabeza para discurrir.
Cuando hay caridad de comunidad da ese resultado: Todas van a una ayudándose cada una en lo que puede, sin querer ser el número uno. Y entonces es cuando se puede decir: Hay buenas enfermeras que corren y vuelan buscando enfermos y almas que salvar; y buenas maestras que educan cristianamente y enseñan la honradez; y buenas cocineras que condimentan muy bien los potajes y verduras y toda clase de guisos. Y gracias a Dios que hay buenas lavanderas, blanqueadoras, y tenemos de todo. Y lo mejor, gozándose todas y cada una en el trabajo que hacen las demás.
6. «En la caridad está la felicidad»
Estas comunidades son las que imitan a los ángeles y bienaventurados. Y por eso les digo muchas veces: en la caridad está la felicidad.
Y es verdad. Esa unión, el pensar todas igual por virtud y por sujetarse a la Regla, sin que haya ni un sí ni un no, teniendo todas el mismo parecer; cuando una está contenta las demás lo están, las penas y las alegrías son comunes, no hay quejas ni murmuraciones. Todas satisfechas viendo en todo la voluntad de Dios.
Llevando las cargas las unas para aliviar a las otras; y ninguna creyendo que en vida de comunidad es carga el ayudarse mutuamente, sino que es felicidad que da la caridad cuando se practica con tan buena voluntad para agradar a Dios.
7. Todo lo que puede una comunidad unida
Y como la unión manda fuerza, cuánto puede una comunidad que practica estas virtudes.
Le ponen la puntería al amor propio porque se avergüenzan de resentirse de lo que las demás no se resienten, y dar importancia a lo que las demás miran como cosa mezquina tratándose de religiosas. Y por los ejemplos de unas y otras sale victorioso el amor de Dios y el fraterno, y derrotado el pícaro amor propio.
Le ponen bandera negra al espíritu del mundo, que con sus ilusiones quiere separarnos de nuestras prácticas introduciendo la discordia con los precisos, bonito y elegante. Y sale la unión fraterna: Eso no, no es nuestro; lo antiguo.
Y así la comunidad va venciendo todos los enemigos que. le hacen guerra, desaparecen las prevenciones, y todo lo imperfecto se va combatiendo sin interrumpir la felicidad.
8. La caridad de unión con Dios
Ya ven, queridas bijas, la dicha de contribuir a esta verdadera felicidad que se disfruta en una comunidad observante y [en la] que reina la caridad: Es la mayor felicidad que hay en la tierra.
Con la caridad de comunidad y la caridad de felicidad viene la de unión con Dios. Como todas van a una, no buscándose a sí mismas sino la mayor gloria de Dios: a ver la que más almas gana, a ver la que más puede sufrir para ofrecerlo al Dueño de su alma, no las detiene nada. Aprovechan el tiempo porque viven la vida sobrenatural; no tienen que preguntar ni enterarse más que de lo esencial; se multiplican como palomas volando de una parte a otra para hacer el bien. Y como sus miradas están fijas en Dios y todas en este punto, y no hay en las comunidades que no se buscan a sí mismas más que ese punto de vista: Dios y por Dios el prójimo, y todas animadas de lo mismo, se puede decir lo que ha hecho la caridad: Todas se han convertido en una sola y ésta unidas a Dios. «Nada me separará del amor a mi Dios y al de mis Hermanas».
9. «Nada me separará del amor a mi Dios y al de mis Hermanas»
Y nada puede separarlas de su Dueño; están como si fueran de piedra, que no puede atravesar en ellas ni el cuchillo de las pasiones, ni las balas con que el enemigo quiere asaltarlas. Se ríen y burlan, y más se estrechan entre si contando en recreación las ganancias del día, y apretando los nudos con los que más y más se unen a Dios.
Y en medio de esta caridad de comunidad y de felicidad dicen: «¿Quién me separará del amor de Dios? Ni la hambre ni la sed, ni la pobreza ni la riqueza, ni el padecer ni el sufrir; nada, ni la muerte.
Y ¿quién me separará del amor fraterno? Ni la envidia, ni las injurias, ni las burlas, ni las persecuciones, ni las mayores humillaciones. Nada me separará del amor a mi Dios ni al de mis Hermanas, que las amo por Dios, en Dios y para Dios».
Se pierde, queridas hijas, se pierde una hablando de la caridad. Son tan hermosos estos horizontes, que no sé cómo todavía hay religiosas que no pongan los medios para practicarla.
Mucho las quiere y bendice en los Sagrados Corazones, vuestra pobre Madre
Sor Ángela