Ya se encuentra online la Revista de la Hermanas de la Cruz, número 30, que cubre los meses de mayo a agosto de 2021. ¡Feliz lectura!
EDITORIAL
Estimados lectores:En primer lugar, quisiéramos daros a todos un afectuoso saludo y una calurosa bienvenida a la publicación de un nuevo número de nuestra Revista, en el que hemos puesto nuestra mayor ilusión, ya que estamos inmersos en unas circunstancias muy especiales. Vaya por delante nuestro mayor apoyo y cariño a todos aquellos que hayan perdido algún ser querido en los últimos tiempos.
Por primera vez desde el inicio de nuestra publicación hace varias décadas, hemos faltado a nuestras puntuales citas debido a la pandemia del Covid-19. Al principio, con motivo del confinamiento de los meses de marzo, abril y mayo, no pudimos editar el número de Mayo 2020. Posteriormente, la prudencia nos exigía mantener las precauciones necesarias, y ello evitó que viera la luz el siguiente, en Septiembre 2020. Finalmente, la edición de Enero 2021, en pleno auge de la llamada tercera ola de la pandemia, tampoco fue considerado oportuno ponerla en circulación. Es en este momento, una vez transcurrido más de un año desde el inicio del acontecimiento que ha cambiado nuestras vidas, cuando queremos volver a encontrarnos con nuestros lectores y simpatizantes.
La Revista HERMANAS DE LA CRUZ es para nuestra Comunidad un vínculo con todos vosotros, una expresión del aprecio y la consideración que os tenemos, por lo que deseamos llegue cuanto antes a vuestras manos y volvamos a sentirnos todos un poco más unidos.
Estamos viviendo tiempos difíciles. Nuestras vidas nunca se habían visto amenazadas de esta forma, y nuestros hábitos se han visto alterados de manera notable. Todo es confusión, el futuro es muy incierto y no sabemos muy bien qué será de nuestros proyectos de vida. A todos nos ha afectado negativamente, en mayor o menor medida, esta situación. La alerta sanitaria ha afectado directamente a la economía, y muchas personas están sufriendo una situación de gran precariedad: pérdida del trabajo, reducción notable de los ingresos, imposibilidad de acceder a un puesto de trabajo, etc.
Sin embargo, es en estas situaciones cuando la Fe cristiana ha de tomar protagonismo. Si la caridad es siempre necesaria, ahora lo es aún más. Si el cariño y el aliento a nuestros semejantes debe estar presente, ahora es más necesario; un gesto de amor, una palabra de comprensión, un rato de charla con quien está sufriendo…. Todos podemos ayudar personalmente desde nuestras modestas posibilidades, y también debemos unirnos formando una comunidad. La comunidad de creyentes es en los momentos duros cuando ha de significarse como grupo, porque ser un grupo implica que nadie se encuentre solo, que ningún miembro se sienta abandonado.
Todos hemos sido testigo de personas que se han organizado para ayudar a los demás, unas veces por iniciativa de las Administraciones, y otras veces desde diferentes instituciones, entre las que destaca la Iglesia. Desde el inicio de la pandemia, la Iglesia ha intensificado su presencia en la sociedad, porque, en definitiva, hay muchas personas que están sufriendo mucho y necesitan ayuda. Por eso, debemos mostrarnos todos unidos mientras dure esta emergencia sanitaria y económica, porque esa unión nos hará más resistentes y nos ayudará a superar esta situación.
La experiencia del pasado nos dice que por muy difíciles que sean los tiempos siempre existe un futuro. Nuestra Fe nos debe hacer contemplar ese futuro con optimismo, porque sabemos que Dios se encuentra a nuestro lado. Si ahora hacemos las cosas bien, si ayudamos a quien lo necesita, si asignamos bien los recursos de los que disponemos; en definitiva, si obramos con sensatez y justicia, el día en que todo esto termine seremos personas más completas en todos los sentidos. Desde aquí os alentamos a tener esperanza y confianza en el futuro; con la ayuda de Dios nuestro mundo será mejor en todos los sentidos.
Revista Hermanas de la Cruz número 30