El 2 de agosto de 1875, hace 139 años, tuvo lugar la
inauguración oficial del convento. Cuatro monjas sin hábito aún, fueron a
una misa en el cercano Monasterio de Santa Paula y después visitaron a
los enfermos y necesitados, olvidándose hasta de poner el potaje.
Las Hermanas de la Cruz cumplen hoy 139 años al servicio de los más pobres dando ejemplo de humildad y abnegación.
En la vida hay un tiempo de siembra y otro de siega, de
recogida. En el Instituto de la Cruz la siembra ha sido continua,
sementera de renuncias, de mortificaciones, de continua oración y
dedicación a los necesitados, de vivir el espíritu de las primeras
Hermanas, de ahí que la cosecha sea muy abundante en frutos. Siembra que
encontró tierra buena desde su creación y sus primeras actuaciones,
tras la fundación en una habitación con derecho a cocina en el corral de vecinos del número 13 de la calle San Luis.
Y desde entonces las Hermanas siempre han sembrado bondad y
ayuda, pan material y espiritual en las necesidades y enfermedades de
los corrales de vecinos y de los barrios marginados,
en los días amargos de las riadas, en la soledad de los ancianos y las
carencias de los pobres, a lo largo de todos los años de vida del
Instituto.
Fieles al Evangelio y al espíritu primero de la Compañía,
al margen de modas y corrientes. Pero para llegar a la fundación hubo
antes otra siembra. La que Dios hizo en el corazón de una zapatera
sevillana, Ángela Guerrero, y en un sacerdote muy austero, José Torres Padilla, canario de la isla de La Gomera que desde muy pequeño quiso aprender «el oficio de los que no se condenan».
Cuando se conocieron los fundadores de las Hermanas de la
Cruz el sacerdote tenía 51 años y la obrera sevillana 16. Durante 13 años
el padre Torres Padilla, dirigió, preparó y pulió el alma de Angelita
para que se realizasen los proyectos que Dios tenía pensado que ella llevase a cabo.
El pasado 5 de mayo en la parroquia del Sagrario de la Catedral se abrió el proceso diocesano de canonización del
padre Torres Padilla. Un nuevo día de gozo, de siega, para el Instituto
de la Cruz tras la canonización de Santa Ángela en 2003, y la
beatificación de Madre María de la Purísima en 2010.
Las Hermanas de la Cruz, como proyectó Sor Ángela,
continúan viviendo desprendidas de todo, ocultas y desconocidas, con una
vida extraordinaria de penitencia, obediencia y mortificación.
FUENTE: ABC de Sevilla
FUENTE: ABC de Sevilla